
Hoy, definitivamente no quería despertar. Soñé que tú y yo estábamos en una casa de East LA, llena de gente. Y bailábamos. Me gustan las casas de East LA o de Boyle Hights, llenas de chicanos. Estábamos en una cocina, todos apretujados y yo comenzaba a escuchar la música y te sacaba a bailar. Estoy llorando. Qué sueños absurdos. Llorar por una experiencia tan simple. La simplicidad de dos personas que tienen la alegría suficiente para bailar. Teníamos la alegría suficiente. Por eso estoy llorando mientras lo escribo. El 8 de noviembre tuve la alegría suficiente para bailar. Era una alegría a medias, pero suficiente: Lula, el expresidente de Brasil salía de la cárcel para enfrentar su proceso en casa #LulaLivre. La alegría que da el alivio de saber que, por lo menos, no lo van a matar. Soy muy inocente. O la simplicidad en la que me he sumergido para sobrevivir sin extinguirme me ha llevado a un estado bruto, quizá. Me hace feliz bailar, igual que a tanta gente. Ganas de festejar algo...