Entradas

Mostrando entradas de 2019
En estos tiempos es fácil decidir, lo que no es fácil es actuar de acuerdo a lo que se decide. Es decir, es simple comprender los mecaniamos capitalistas que están destrozándonos el corazón y el mundo,. pero es muy difícil en nuestro día-día resistir a las comodidades que el capitalismo significa. Estudio e investigo muchas cosas, entre ellas las dinámicas que producen la sanación en nuestro cuerpo vinculadas a circunstancias emocionales y mentales (asunto bastante new age, dirán algunos, pero que en la práctica consiste llanamente en conocer nuestro poder y aplicarlo científicamente to-dos-los-dí-as: yo he sido una mujer enferma, enferma por la persecución) pero no es que haya cambiado de tema de tajo, como suelo hacerlo, es que hablaba de la resistencia y, cuando estudiamos los canales energéticos del cuerpo humano ligados al sistema nervioso, sabemos que es la resistencia lo que produce el bloqueo y es el bloqueo lo que se convierte en enfermedad. Para desbloquear los canales ener
Imagen
El año pasado vi una exhibición de Irene Kopelman , en Witte de with  de Rotterdam y mi corazón cambió .  O más bien diría que mi corazón regresó a no sé qué parte de mí, y se acomodó. Mi corazón volvió a acomodarse. Llevaba mi corazón más de 10 años amando los rojos, los destellos y las estridencias y, sin esperarlo, mi corazón se encontró en esto. Desde entonces regresé a mi departamento y quise rodearme de otras cosas, de colores que daba por sentado y a los que sólo me acercaba en algún paseo, en algún paisaje. Esta colección de Irene Kopelman, me recordó tanto un atardecer que encontré sin esperarlo en un paseo en los Angeles. Un dorado pero silencioso, una vitalidad callada. Algo que no necesita mostrarse porque es pura presencia. ¿Se imaginan llegar a una cita a ciegas, doblar la esquina y encontrarse con una presencia así, esperándolos, y que los salude como si nada desde esa naturaleza profunda de lo que sólo es, como si la naturaleza entera de la tierra los saludara precisa
Imagen
Hoy, definitivamente no quería despertar. Soñé que tú y yo estábamos en una casa de East LA, llena de gente. Y bailábamos. Me gustan las casas de East LA o de Boyle Hights, llenas de chicanos. Estábamos en una cocina, todos apretujados y yo comenzaba a escuchar la música y te sacaba a bailar. Estoy llorando. Qué sueños absurdos. Llorar por una experiencia tan simple. La simplicidad de dos personas que tienen la alegría suficiente para bailar. Teníamos la alegría suficiente. Por eso estoy llorando mientras lo escribo. El 8 de noviembre tuve la alegría suficiente para bailar. Era una alegría a medias, pero suficiente: Lula, el expresidente de Brasil salía de la cárcel para enfrentar su proceso en casa #LulaLivre. La alegría que da el alivio de saber que, por lo menos, no lo van a matar. Soy muy inocente. O la simplicidad en la que me he sumergido para sobrevivir sin extinguirme me ha llevado a un estado bruto, quizá. Me hace feliz bailar, igual que a tanta gente. Ganas de festejar algo
Imagen
Son pocos los momentos que tengo últimamente para entrar aquí, y son pequeñas cosas las que me impiden acceder a esta bitácora virtual desde otros sitios. Pequeñas, sencillas y simples las cosas que me frenan. Me sorprende. Como el tipo de teclado, por ejemplo. No vengo aquí sólo porque ando cargando mi laptop de un lado a otro y desde hace un año no he encontrado la manera de hacerle entender que escribo en español y que necesito la ñ y los acentos. Desespero y dejo de practicar mi escritura. Para mí, ustedes saben, este ha sido mi lugar interior. Una especie de alimento. No es sólo el deseo de decir hacia una audiencia. Sino esa sensación de estar en un lugar íntimo, diciendo. Como cuando hablo sola por la casa. Siempre he tenido la sensación de que este es un lugar seguro, que nadie me lee. Yo sé que es una sensación falsa. En fin. Estoy entrando a ese momento del año en que puedo hacer 2 cosas: dedicar 2 meses a escribir, o viajar y dar presentaciones aquí y allá, alegrar mi cora
No sé qué decir de buena manera. Pero ¿acaso hay una buena manera de decir? Por lo menos hoy estoy frente a mi computadora de escritorio, en mi casa, y no en una laptop no sé dónde... buscando acentos y eso. Escribo muy poco a mano. Escribo casi nada a mano. Meh. No escribo a mano. Me he vuelto un animal de teclados creyendo que escribo en esta hoja ficticia.  Bueno, ya se darán cuenta que es más de media noche, antes ni los horarios, ni las plataformas eran de mucha importancia para mí. No sé qué me pasa, no sé quien soy.  Pero descubrí algo. Descubrí que había estado viviendo, desde hace diecinueve años, diciendo sí a la gente que quiero, sólo por miedo. También me he vuelto cursi, como podrán ustedes ver. No me reconozco! jajaja. A lo que voy es que hace diecinueve años me entró ese afán de aprovechar cada segundo con la gente que quiero. Tampoco es que quiera a cientos o a millones, son cuatro o cinco personas nada más. Siempre estaba dispuesta a verlas, a salir con ellas, a
El año pasado hice una pregunta sobre el racismo en Rotterdam, Holanda, y me fue respondida. En ocasiones, las respuestas a nuestras preguntas no aparecen envueltas como regalo o en paraísos con vista al mar y sábanas de seda. Si uno quiere conocer el lado oscuro de la humanidad, que es el equivalente potencial al lado oscuro que vive en nosotros mismos, y hacemos esa pregunta con intención pura: vamos a ver, y muy probablemente lo que vamos a ver nos va a partir la cara o el corazón, pero conoceremos la verdad.
Supongamos que quiero entender lo que siento esta vez, por primera vez, durante el proceso de lo que siento quiero entender lo que siento. Supongamos que, por primera vez tengo la intención de entender lo que siento durante el proceso exacto de lo que vivo. Y, supongamos, que no tengo antecedentes o referencias a las que recurrir. Supongamos que estoy sola viviendo una experiencia y quiero comprenderla. Supongamos que no hay ciencia que detalle lo que sucede químicamente al cuerpo. Sólo quiero entender. Estoy en el centro de mis antebrazos hinchados, por ejemplo. Mis dos manos como guantes de plástico cargados de agua. Pero quiero comprender, y comprendo. Comprendo que es un proceso, y que mi biología está yendo hacia alguna parte. También comprendo que cuando paso una mano sobre otra haciendo una caricia, una especie de alivio se manifiesta. Lo único que me queda es intentar comprender el proceso biológico que sucede en mi cuerpo. Las reacciones que han hecho que mis brazos se hinch
Estoy aquí porque comienzo a escribir un libro nuevo. Mis libros nuevos comienzan así. Digo comenzar, pero no es comenzar. Estoy continuando un libro, como siempre. Hace tiempo que realmente no comienzo nada. Los últimos libros que he escrito tienen que ver, decididamente, con colaboraciones, con otras artistas u otras escritoras. Ya saben, el libro con Zoe Leonard, cuyo trabajo me fascina. Ahora mismo tengo un deadline para un libro sueco. No sé. Pero mis días han sido tan extraños. Como el punto localizado que soy, donde se manifiesta una realidad global, supongo. Y la realidad global se ha sentido extraña últimamente. Trabajo con un grupo de 150 personas y les doy una clase de meditación cada semana, por ejemplo. Esas son las incidencias en las realidades globales desde mi diminuta localización. Un punto localizado, corriendo de forma distribuida por esta red. Ya. Los pongo al día de mi existencia: ahora tengo 8 tatuajes. En diciembre, me tatué una flama en la mano derecha y cuand
Meri Jan, Meri Phool, Meri Dil...  perdonen, queridos lectores, que ya saben mi corazón que es como una flor, conoció a otra flor... aunque no lo parezca: llegó la primavera!
#metooescritoresmexicanos Una forma de construir carnita placentera sobre mi semilla dura de la verdad, es mi pareja, o mis amantes, ya saben: siempre estoy enamorada de alguien (como de ti, por ejemplo). Entre más enamorada estoy pienso mejor, escribo mejor. Creo que he conocido a los hombres más hermosos y brillantes del mundo. Soy amiga de todos mis ex, excepto uno que está para el #metoo (no es escritor, así que)... pero hasta la fecha, desde mi primer novio, hasta el amor de mi vida siguen en contacto conmigo, hay amor entre nosotros porque lo que yo construyo siempre tiene que ver con el amor.  Me gusta vivir con amor. No me gusta relacionarme con odio. Hace años que no me relaciono sentimentalmente con ningún hombre mexicano y, cada vez que mis amigas me pregunta la razón, mi respuesta es la misma: me gusta relacionarme con amor, construir amor, y los hombres mexicanos (lo descubrí cuando dejé de salir con ellos, sentimentalmente hablando) sostienen relaciones sexuales con o
Imagen
Qué gran ejemplo has sido, Thay... Martin...
Sigo muy cansada, oigan. No mentalmente o emocionalmente: físicamente. Creo que, una de dos: o ya no puedo viajar tanto como lo he hecho últimamente; o necesito acostumbrarme al ritmo de estos viajes y ya está. Pues ya está. Creo que me voy a decidir por lo segundo. No sólo aterricé hace un mes y todavía no siento que he aterrizado, sigo usando la ropa que tengo en las maletas. Qué curioso, cuando escribí desde un rostro inmutable, sentí cómo creció en mi mente un emoticón riéndose hasta las lágrimas. Eso es la vida. Ya no expreso vida desde mi rostro. Tal vez es eso. Todo sucede dentro, como códigos para formar stickers que no llegan a la superficie, sino que buscan un botón para transmitir con los dedos. Hace tanto que no te veo, que cuando nos volvamos a encontrar, tal vez ya no sepa cómo relacionarme sin una computadora de por medio. Qué tiempos. Tiempos de verdadero cansancio, supongo, pero al mismo tiempo, tiempos de mucha creación. Vivir anclada a un ordenador me permite conec
Estoy cansada. No sólo porque tengo 45 años. De hecho, podría decir que los 45 años son lo que menos me cansan. Me dan ánimos para hacerme nuevos tatuajes, sin miedo, por ejemplo. Tampoco estoy cansada de viajar. Quizá estoy cansada de que no estés conmigo. Eso es.  Hey, intento ser honesta conmigo hoy, okay. Cualquier impulso de honestidad me transporta a una imaginación romántica. Soy como esos señores que entre más estresados están más bromas cuentan y más ríen, hasta que caen en episodios psicóticos y entonces su familia se da cuenta que algo anda mal. Pues así yo, tal vez, entre más estrés tengo más romántica se vuelve mi imaginación: es que no estás conmigo, pienso. En realidad no. Debo admitir que cuando estás conmigo soy absolutamente feliz, cuando me hacían mi último tatuaje pensé en ti todo el tiempo. Y debo reconocer que nunca me había sentido tan afortunada por un periodo de tiempo tan extenso. Confío en ti, pues. Pero no es que vivas en Sudamérica o en Madrid lo que me
No recibí el año escribiendo, recibí el año pensando. De cualquier manera no creo que el tiempo sea este lastre que se va acumulando y que nos hace sentir menos completos cada día, menos suficientes. No sé si alguna vez me he sentido suficiente para algo. Tal vez sí. Pero creer o sentir que uno es suficiente para algo no necesariamente es ser suficiente. Eso pensaba ayer. Tengo una continuidad, no tengo años. Y como soy como un fantasma en los recuerdos de los escritores mexicanos (un fantasma que nunca aparece) cuando publico otro libro parece que soy joven. Soy de la firme creencia de que, uno de los primeros condicionamientos sociales que nos programa para obedecer, es la celebración del cumpleaños. ¿Cumplir qué? Pero no sólo nos programa a medir y a percibir el tiempo de forma lineal, nos programa para celebrar: hay que celebrar, porque uno es aries, piscis o sagitario. Esos condicionamientos se condensan cada vez más y más: en las redes sociales competimos por ser lo más cel